sábado, 25 de diciembre de 2010

Un Cortázar Fantástico


Introducción


Si vamos a intentar hablar del género Fantástico, digamos en principio que una de sus mayores virtudes es la de arrebatarle al lector esa seguridad, esa comodidad tan abc, tan después del 1 y el 2, seguro viene el 3. Y Julio Cortázar sería uno de los abanderados del género, pero con un estilo puramente propio, porque además de contarnos las cosas más sencillas en formato Fantasy, lo hace de manera totalmente creíble. En cualquiera de los tres cuentos que analizaremos: Axolotl, Casa tomada y La puerta condenada; el lector ingresa en la trama, la imagina; y cuando ese supuesto realismo es cruzado por algo que no lo es tanto, la incomodidad se siente, pero es realmente satisfactoria.
Incertidumbre y vacilación
“…empezó a sospechar que aquello era una farsa, un juego ridículo y monstruoso que no alcanzaba a explicarse.” 
JULIO CORTÁZAR, La puerta condenada
Una de las características del género fantástico es la de provocar algún tipo de duda y/o confusión en el lector, cuando éste intenta discernir el transcurrir del relato. Las cosas no necesariamente deben ser claras y concisas; es más, mientras exista cierta ambigüedad tensionante, lo que se cuente tendrá otro valor. Y aquí tenemos el caso de Axolotl, en donde el personaje, a lo largo de sus palabras, nos da pequeñas pautas de su experiencia:
“…yo pensaba mucho en los axolotl (…) Ahora soy un axolotl (…) se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario (…) la parte más sensible de nuestro cuerpo (…) Es que nos gusta movernos mucho (…) apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros…”[1]
Al respecto de este punto, Rosemary Jackson (1981) afirma:
 El lector queda indeciso, y nunca llega a saber si era verdad o no lo que se dijo en nombre de una experiencia “verdadera”. La voz narrativa es la de un “yo” desconcertado/desconcertante, colocado en el centro del relato. (p. 27)[2]
Si hasta aquí habíamos enfocado en la incertidumbre del lector frente al texto, veamos como esta duda es compartida con el personaje en otro cuento de Cortázar, siguiendo la segunda de las condiciones de vacilación de Todorov (requeridas por el fantástico), según Jackson (1981), en donde “…esta vacilación puede también ser sentida por un personaje; de este modo, el papel del lector está confiado a un personaje (…) la vacilación está representada, se convierte en uno de los temas de la obra.” (p.25). En La puerta condenada, el personaje ingresa en un espiral de confusión y descreimiento en varios pasajes, en primera instancia:
 “…cuando lo despertó una sensación de incomodidad, como si algo ya hubiera ocurrido, algo molesto e irritante (…) Entonces oyó en la pieza de al lado el llanto de un niño (…) Pero después pensó en lo otro (…) El sonido se oía a través de la puerta condenada”.
Luego, en segunda instancia, al reprocharle al gerente del hotel, y al recibir la negativa en formato “Usted se habrá confundido”, aparece la duda: “Petrone vaciló antes de hablar. O el otro mentía estúpidamente, o la acústica del hotel le jugaba una mala pasada (…) –Habré soñado- dijo, molesto por tener que decir eso, o cualquier cosa”.
Por último, al volver a escuchar el llanto,
“los pensó a los dos, a la mujer y al chico, se dio cuenta de que no creía en ellos, de que absurdamente no creía que el gerente le hubiera mentido (…) como si la afirmación del hotelero fuese más cierta que esa realidad que estaba escuchando”[3].
Entonces en éste punto encontramos una de las patas fundamentales del Fantasy, según el texto de Jackson (1981), en donde “…el protagonista no puede entender lo que está pasando, y esta confusión se extiende hacia afuera para afectar al lector de la misma manera”, en palabras de Todorov, quien a su vez “insiste en que esta inserción o inscripción sistemática de la vacilación es la que define lo fantástico”.[4]


Cosas sin nombre
“Aparte de eso todo estaba callado en la casa.”
JULIO CORTÁZAR, Casa tomada
Una segunda característica que aparece en los diferentes cuentos analizados, es la presentación de situaciones en donde lo extraño o irreal no tiene nombre, no se lo clasifica, “…hay una percepción de algo innombrable: el “El”, el “Eso”, la “cosa”, el “algo”, que no puede articularse, excepto a través de la sugestión e implicación.”[5] En La puerta condenada, aparecen algunos ejemplos: “…algo molesto e irritante (…) después pensó en lo otro (…) Eso se quejaba en la noche (…) empezó a sospechar que aquello era…”. [6] En Casa tomada se hace referencia a ruidos, sonidos y murmullos, sin dejar en claro en ningún momento quién o qué es lo que los genera, pero en un momento el personaje masculino hace referencia con esta frase: “Aparte de eso todo estaba callado en la casa”[7].
Esta no-significación en donde se adentran los textos de Cortázar se llena de oscuridad, de incertidumbre, de intriga; en donde el fin último es crear cierta expectativa en el lector.
Tan ambiguo, tan real
“Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre...”
JULIO CORTÁZAR, Axolotl
De los tres cuentos analizados, Axolotl es el único que cumple la característica de la transformación, otro de los puntales del género fantástico. En el texto de Jackson (1981), vemos la apreciación de Todorov al respecto de la relación del “yo” en éste sentido:
“…en torno de la relación del individuo con el mundo, la estructuración de ese mundo a través del yo, la conciencia que ve (con el ojo), percibe, interpreta y coloca en relación con el mundo de objetos (…) esta relación es difícil: nunca se puede confiar en la visión, los sentidos resultan engañosos (…) la idea de la multiplicidad ya no es una metáfora sino que se realiza literalmente, el yo se convierte en yoes (…) mentalmente somos varias personas, y así nos volvemos físicamente (…) desaparece el límite entre sujeto y objeto, las cosas se deslizan unas dentro de otras…” (p. 47 – 48)[8]
Y la ejemplificación en Axolotl queda en evidencia:
“…observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl (…) la parte más sensible de nuestro cuerpo (…) no nos gusta movernos mucho (…) antes de esto, antes de ser un axolotl (…) Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado (..) Sin transición, sin sorpresa, (…) en vez del axolotl vi mi cara (…) yo era un axolotl y estaba en mi mundo (…) enterrado vivo en un axolotl…”[9]


El otro lado
“…vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble…”
JULIO CORTÁZAR, Casa tomada
Una herramienta muy utilizada en el Fantasy es la focalización en elementos que separen el mundo real y el oscuro, “…espejos, retratos, puertas, aperturas que se abren a regiones diferentes de las que se encuentran en los espacios de los conocido y familiar.”[10] Veamos algunos ejemplos al respecto en Casa tomada:
“…un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte (…) más allá empezaba el otro lado de la casa (…) casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble (…) escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble…”[11].
En La puerta condenada distinguimos:
“Era un armario ya viejo, y lo habían adosado a una puerta que daba a la habitación contigua (…) una puerta condenada, a veces a la vista pero casi siempre con un ropero (…) una cierta ambigüedad (…) dándole una vida que todavía estaba presente en su madera tan distinta de las paredes (…) el sonido se oía a través de la puerta condenada…”[12]
Y en Axolotl:
“…detenerme aquella primera mañana ante el cristal (…) los axolotl se amontonaban (…) la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal (…) Pegando mi cara al vidrio buscaba ver mejor (…) Era inútil golpear con el dedo en el cristal (…) sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl (…) seguían mirándome, inmóviles (…) eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces (…) Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario (…) Veía muy de cerca la cara de un axolotl (…) Sin transición, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio…”[13]


Una realidad que (no) incomoda
“Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió.”
JULIO CORTÁZAR, Axolotl
En el texto de Jackson (1981), detectamos algunos conceptos de Dostoievski sobre el fantástico y su relación con lo creíble y la realidad:
“…el verdadero fantasy no debe romper la vacilación que el lector experimenta al interpretar los sucesos. Los relatos que resultan demasiado increíbles para ser presentados como ‘reales’ rompen esta convención (…) Lo fantástico debe estar tan cerca de lo real que uno casi tiene que creerlo”. (p. 25)[14].
Y Julio Cortázar lo traslada a su cuento Axolotl de manera magnífica, tomando como normales, acciones y sucesos totalmente irreales:
“No hay nada extraño en esto, porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados (…) Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl (…) sé que no hubo nada extraño, que eso tenía que ocurrir (…) Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber…”



Conclusión


El fantástico, a diferencia de otros géneros que podrían llegar a estar emparentados a él (como la narrativa maravillosa o las novelas realistas), “…es un modo de escritura que introduce un diálogo con lo ‘real’ e incorpora ese diálogo como parte de su estructura esencial”, transitando zonas oscuras y extrañas, que derraman ambigüedad, vacilación e incertidumbre. Por otra parte, se encuentra “…entre lo maravilloso y lo mimético, tomando prestado la extravagancia de uno y la mediocridad del otro…”.[15]
Entonces, tendría sabor a poco afirmar que Julio Cortázar abordó de manera excelente el género fantástico. Por eso, no olvidemos que Cortázar fue real, y aún hoy en día, es maravilloso.



[1] Cortázar, J. (1956). Final del juego.  Axolotl, Ed. Alfaguara.
[2] Jackson, R. (1981). Fantasy: literatura y subversión. Catálogos editora
[3] Cortázar, J. (1956). Final del juego.  La puerta condenada, Ed. Alfaguara.
[4] Jackson, R. (1981). Fantasy: literatura y subversión. Catálogos editora
[5] Jackson, R. (1981). Fantasy: literatura y subversión. Catálogos editora, Pág. 37
[6] Cortázar, J. (1956). Final del juego.  La puerta condenada, Ed. Alfaguara.
[7] Cortázar, J. (1951). Bestiario.  Casa tomada, Ed. Alfaguara.
[8] Jackson, R. (1981). Fantasy: literatura y subversión. Catálogos editora
[9] Cortázar, J. (1956). Final del juego.  Axolotl, Ed. Alfaguara.
[10] Jackson, R. (1981). Fantasy: literatura y subversión. Catálogos editora, Pág. 41
[11] Cortázar, J. (1951). Bestiario.  Casa tomada, Ed. Alfaguara.
[12] Cortázar, J. (1956). Final del juego.  La puerta condenada, Ed. Alfaguara.
[13] Cortázar, J. (1956). Final del juego.  Axolotl, Ed. Alfaguara.
[14] Jackson, R. (1981). Fantasy: literatura y subversión. Catálogos editora.
[15] Jackson, R. (1981). Fantasy: literatura y subversión. Catálogos editora, pág. 32 y 33

martes, 12 de octubre de 2010

Extracciones FAHRENHEIT 451


FAHRENHEIT 451 (1953) Ray Bradbury


Antes que nada, imaginen una sociedad en donde rige la prohibición de leer libros, y a su vez, todos los habitantes estén dominados por los medios de comunicación desde el mismo Estado; y en concordancia, el conformismo esclavizante tenga base en las pantallas de TV del tamaño de las paredes de los hogares. En éste futuro creado por Bradbury, en un mundo posliterario, la función de los bomberos (Guy Montag, el protagonista, es un bombero), es la de incendiar los libros que secuestran de las casas de los últimos lectores sobrevivientes. Aquí, algunas frases rescatadas de este magnifico y profético libro:


• “Fahrenheit 451: temperatura a la que el papel de los libros se enciende y arde.”


• “Luego, como si recordara algo, lo miró con curiosidad y asombro:
-¿Es usted feliz?- le preguntó
-Claro que soy feliz. Por supuesto.
Sintió de pronto que la sonrisa se le borraba. No era feliz. Se lo dijo a sí mismo. Lo reconoció. Había llevado su felicidad como una máscara, y la muchacha había huido con la máscara y él no podía ir a golpearle la puerta y pedírsela.”


• “…Trató de poner una cara que armonizase con las palabras, pero no había cara…”


• “-¿Porqué no estás en la escuela?
-Dicen que soy insociable. No me mezclo con la gente. Es raro… ¿Y sabe una cosa? La gente no habla de nada…”


• “Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar, para que una mujer se deje quemar viva. Tiene que haber algo. Uno no muere por nada.”


• “Y por primera vez comprendí que detrás de cada libro hay un hombre. Un hombre que tuvo que pensarlo. Y a algún hombre le costó quizás una vida entera expresar sus pensamientos…”


• “-Dejame tranquila…
-No necesitamos estar tranquilos. A veces debemos preocuparnos…”


• “La vida es lo inmediato, sólo el trabajo importa. La cremallera reemplazó al botón, y el hombre no tiene tiempo para pensar mientras se viste a la hora del alba, una hora filosófica y por lo tanto una hora melancólica…”


• “Uno siempre teme las cosas insólitas”


• “No aflijamos a los hombres con recuerdos. Que olviden. Quememos, quemémoslo todo.”


• “¿La muchacha? Era una bomba de tiempo. No quería saber cómo se hacen las cosas, sino porqué. Esto puede resultar embarazoso.”


• “No hablo de cosas, señor. Hablo del significado de las cosas.”


• “Los buenos escritores tocan a menudo la vida. Los mediocres la rozan rápidamente. Los malos la violan y la abandonan a las moscas.”


• “El televisor es real…Le dice a uno lo que debe pensar, y de un modo contundente. Ha de tener razón. Parece tener razón. Lo arrastra a uno con tanta rapidez a sus propias conclusiones que no hay tiempo de protestar o decir ¡Que tontería!”


• “¿Pero quién ha escapado a esas garras que se apoderan de uno en el mismo instante en que se enciende la televisión? Le dan a uno la forma que quieren. Es un ambiente tan real como el mundo. Se convierte en la realidad, y es la realidad.”


• “Ayúdese a sí mismo, y si se ahoga muera sabiendo por lo menos que estaba acercándose a la orilla.”


• “…el sólido y terco rebaño de la mayoría. Oh Dios, la terrible tiranía de la mayoría.”


• “Pero el fuego estaba allí,… un fuego extraño, pues significaba para él algo nuevo y distinto. No quemaba, calentaba. Montag vio muchas manos que buscaban ése calor… no había pensado nunca que el fuego pudiese dar, y no sólo tomar.”


• “Unos pocos mentecatos con versos en la cabeza no pueden hacer daño… Ellos lo saben y nosotros también. Todo el mundo lo sabe. Mientras a la mayoría de la población no se le ocurra empezar a citar la Constitución y la Carta Magna, todo andará bien. Basta para eso con la vigilancia de los bomberos.”


• “…odio a un romano llamado Statu Quo…”


• “Llénate los ojos de asombro, vive como si fueses a morir en los próximos diez segundos.”


• “Había un tonto y condenado pájaro antes de Cristo llamado Fénix… Pero cada vez que se quemaba a sí mismo, surgía intacto de las cenizas, volvía a nacer. Y parece ahora como si estuviésemos haciendo lo mismo, una y otra vez. Pero sabemos algo que Fénix nunca supo. Sabemos qué tonterías hemos hecho…, y mientras no las olvidemos, mientras lo tengamos ante nosotros, es posible que un día dejemos de preparar la pira funeraria, y saltar a ella. En cada generación seremos unos pocos más para recordar.”


martes, 31 de agosto de 2010

Tortura


Los ojos cerrados, mojados de dolor. Apretados del terror. Como los dientes, que se muerden a sí mismos, estallando cada dos por tres en un grito ahogado y terrible. Los relámpagos que salen de esa mano hijadeputa, y que recorren todo el cuerpo, no dan respiro ni un minuto. Y en esos descansos intermitentes, la cabeza estalla de solo pensar.
Por un lado, lo más horrible: esperar el próximo pinchazo eléctrico que quema por dentro; querer que los segundos sean eternos, sabiendo que cada vez falta menos para el nuevo relámpago. Por otro lado, la Revolución. La utopía socialista hecha pedazos en estas cuevas del terror, en estos pozos del dolor y represión; en donde no querés decir nada, pero necesitás contarlo todo para que termine de una vez. La imagen de los compañeros da vueltas sin parar, se ven perfectamente sus caras, recordás sus nombres; pero el esfuerzo por no delatarlos es aún más grande que el sacrificio al aguantar las agujas eléctricas. De repente, se genera un blanco. En un momento dejás de recordar, dejás de pensar, dejás de estar consciente unos instantes.
El balbuceo en forma de excusas no los conforma; y después de las puteadas, sentís el baldazo de agua fría. Y sabés que se viene lo peor. Ahora la picana lastima aún más. Te hace saltar del elástico metálico ante cada pinchazo, y pareciera durar una eternidad. Después, entre miles de preguntas, la luz cegadora del reflector, da la sensación de invitarte a entrar en ese espacio blanco y puro. Pero un nuevo relámpago te sacude, y tus gritos no logran ni hacerles cosquillas a esa radio que, a todo volumen, relata un gol argentino.
Las tardes en las villas y las noches de debate, son recuerdos demasiado frescos para no contarlos, y por ahora, el orgullo puede más. Pero el cuerpo no tanto; y entonces, mente y cuerpo empiezan a traicionarse. La picana te sigue acariciando, te sigue haciendo daño, mientras tu cabeza no da más y tu lengua desliza algo, suelta algunas palabras. El aire se corta, el murmullo se apaga. Sentís que la sombra se acerca demasiado. Tan cerca, que te susurra al oído lo que querés escuchar, lo que sabías que ibas a escuchar. Después; la recarga, el fogonazo y la bala. Y ahora sí, entrás en ese espacio blanco y puro, ya sin dolor.
CÉSAR EDERY

martes, 24 de agosto de 2010

Extracciones DIVERTIMENTO


DIVERTIMENTO (1949) de Julio Cortázar


Una novela que vuelve sobre las historias, los días y las mentes de un grupo de amigos; en donde la música, la política, la poesía y demás cuestiones se exponen en cada página. Divertimento es una de las novelas que no fueron publicadas durante la vida de Julio Cortázar. Aquí, algunas frases y/u oraciones destacadas:


• “…jugábamos a vivir…”.


• “…la sombra de la menta en los labios…”.


• “Perfectamente sacás el hilo y te parece que después de todo, el otro ovillo no estaba tan enredado, empezás a pensar que estás perdiendo el tiempo,…, lo de más abajo tapado por lo demás arriba que enseguida es lo de más abajo,…”.


• “… un nudo cierra la salida, cierra el ritmo feliz,…”.


• “… el ovillo estaba enredado, enredado ahí dentro, entonces hay cosas que no son el hilo solamente, el ovillo no es un hilo arrollado sobre sí, dentro del mundo del ovillo entrevé ahora tu sorpresa cosas que no son hilo, ahora ya sabés que hilo más hilo no basta para dar ovillo”.


• “…todo iba tan bien cuando no era más que un ovillo…”.


• “… y en lo hondo del zapato hay como un olor de batalla, de sudor, de hombres cuerpo a cuerpo, que se buscan la muerte por el cuello”.


• “… hablaba y hablaba dando forma a mis sentimientos…”.


• “… su desencanto de la vida que lo lleva a contemplarla a través de héroes frustrados – y por eso más héroes, héroes de verdad-...”.


• “… y yo cedí otra vez a esa presencia que llevaba consigo el perdón anticipado y lo exigía sin pedirlo, nada más que mostrándose y siendo…”.


miércoles, 14 de julio de 2010

Amo correr


No parece, pero volver a correr después de un tiempo, produce sensaciones encontradas. Más si la última vez que corrimos, no tuvo un final del todo feliz.
Lo primero que cuesta, es tomar la iniciativa. Salir de nuestro cómodo y reconfortable lugar, y enfrentar ese momento. A veces las personas, después de una experiencia que dejó un sabor amargo, optan por la negativa a volver a intentarlo. El torbellino de recuerdos los paraliza.
Luego, si superamos esa barrera psicológica, nos encontraremos en ese instante en donde el tiempo transcurrido nos demuestra lo fuera de estado en que estamos. Principalmente nos damos cuenta que no sabemos como empezar. Parecería que nos haría falta una guía de instrucciones como las que aparecen en “Historias de cronopios y de famas”, del genial Cortázar (recomiendo el “Preámbulo a las Instrucciones para dar cuerda a un reloj”, particularmente). Eso sí, una vez que tomamos envión, nos acordamos automáticamente como era todo. Como si nunca lo hubiésemos dejado de hacer, como andar en bicicleta.
Después de esa primer etapa controversial, viene la segunda; mucho más hermosa e ideal, en donde comenzamos a disfrutar. Cerramos los ojos y nos reímos por dentro. Sabemos que estamos disfrutando ese momento, tan deseado y esperado; tan lejano, pero tan cercano en el presente. Tal vez, en algún pasaje nos falte el aire, o no sepamos cómo respirar, pero rápidamente retomamos el curso, y seguimos disfrutando con plenitud. Al cabo de unos minutos nos sentimos completos, realizados. Nos damos cuenta que no era tan difícil, solo teníamos que tomar la decisión y concretarla.
A veces pienso que correr y enamorarnos, o simplemente besar a otra persona, tienen muchos puntos en común. Muchos más de los que pensamos.
CÉSAR EDERY

domingo, 16 de mayo de 2010

Extracciones HAMLET


HAMLET (1600) de William Shakespeare


Una de las obras más reconocidas (casi no hay que decirlo), del maravilloso Shakespeare; en donde muchas miserias habituales del ser humano se mezclan hasta formar algo homogéneo. En esta tragedia, un rey es asesinado por su propio hermano (quien a su vez se casa con la reina), y el huérfano príncipe emprende una venganza que encontrará escollos en su camino, como la codicia, el egoísmo, varias muertes y luchas de poder exacerbadas. Aquí algunas frases extraídas para prestarles atención:


•“¡Fragilidad, tienes nombre de mujer!”


•“Esto no es bueno ni puede terminar bien. Pero hazte pedazos, corazón mío, pues mi lengua debe reprimirse.”


•“Con los ojos del alma…”


•“La juventud, aún cuando nadie la combata, halla en sí misma su propio enemigo.”


•“No hagas tú lo que hacen algunos rígidos declamadores mostrando áspero y espinoso el camino del cielo, mientras pisan ellos la senda florida de los placeres, sin cuidarse de practicar su propia doctrina.”


•“Huye siempre de meterte en disputas, pero una vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti.”


•“Con el anzuelo de la mentira pescarás la verdad…”


•“La brevedad es el alma del talento, y que nada hay más enfadoso que los rodeos y perífrasis…, seré muy breve.”


•“El ser honrado, según va el mundo, es lo mismo que ser escogido entre diez mil.”


•“Según se dice, la vejez es una segunda infancia…”


•“Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga, haciéndonos amar la vida ¿Quién si esto no fuese aguantaría… el mérito con que se ven agraciados los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios, cuando el que todo esto sufre pudiera evitárselo y procurarse la quietud con sólo un puñal? ¿Quién podría tolerar tanta opresión,…, sino fuese porque el temor de que existe alguna cosa más allá de la muerte (país desconocido, de cuyos límites ningún caminante torna) …? Esta previsión nos hace a todos cobardes; así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia.”


•“¿Habrá quien adule al pobre? No… los que tienen almibarada la lengua deben ir a lamer con ella la grandeza estúpida y doblar sus rodillas donde la lisonja encuentre premio.”


•“Dame un hombre que no sea esclavo de sus pasiones…”


•“¡Vaya que tenéis una lengua que corta!”


•“Quiero encadenar este temor, que ahora camina demasiado libre.”


•“En este mundo corrompido sucede con frecuencia que la mano delincuente, derramando el oro, aleja la justicia y rompe con dádivas la integridad de las leyes.”


•“… en esta delincuente época, la virtud misma tiene que pedir perdón al vicio; y aún para hacerle bien, le halaga y le ruega.”


•“El ser grande no consiste en obrar sólo cuando ocurre un gran motivo, sino en saber hallar una razón posible de contienda, aunque sea pequeña la causa, cuando se trata de adquirir honor.”


•“Tan lleno está siempre de recelos el delincuente, que el temor de ser descubierto hace tal vez que él mismo se descubra.”


•“Sabemos lo que somos ahora, pero no lo que podemos ser…”


•“…y ahora observo… que cuando los males vienen, no vienen esparcidos como espías, sino reunidos en escuadrones.”


•“…sé que el amor está sujeto al tiempo, y que el tiempo extingue su ardor y sus centellas, según me lo hace ver la experiencia de los sucesos.”

lunes, 5 de abril de 2010

El último disparo



Había prometido que sería la última bala que dispararía. Raúl necesitaba volver al negocio por única vez, y volverse a escapar de él. Había traicionado a todos sus contactos. A unos los había matado por una guita grande. Al resto los había delatado para salir de la tumba, y escapar al exterior. De su familia se había desentendido por completo. A su mujer y a sus hijos nos los veía hace bastante. Pongamos 10 años, pero pueden ser muchos más. Hoy volvía con su promesa, pero las cosas no saldrían como él las esperaba.
Le faltaban tres cuadras para llegar a la dirección que estaba escrita con tinta roja en un diminuto papel bien guardado en su bolsillo derecho del pantalón. No le hacía falta volver a sacarlo, se la había aprendido de memoria de tanto mirarlo. Caminaba sin detenerse por esas calles oscuras que le recordaban su pasado. En un momento se dio cuenta que le temblaban las manos y las piernas, pero no hacía frío. Eso también le recordaba a otros momentos de su vida, al instante previo a matar. Los nervios que anteceden a la muerte, ya sea propia o ajena.
La primera vez que mató a alguien fue antes de cumplir los veinte años. Las manos húmedas, la boca seca y los ojos cerrados se iluminaron con el fusilamiento a quemarropa. Esa noche, en la soledad de su cama, no podía parar de llorar y recordar la cara del muerto. El segundo y el tercero ya no le costaron tanto. Después, era como algo más del negocio, una necesidad para conseguir poder y escalar posiciones.
Al llegar a la puerta del edificio, sacó un manojo de llaves, y eligió la que parecía ser de calle. Acertó, y lo tomó como un buen augurio. Dentro del ascensor apretó el botón del séptimo y se miró en el espejo. No le gustó lo que vio. Ni su cara demacrada por el paso del tiempo, ni volverse a ver en esa situación de asesino. Pero sabía que sería sólo esta vez. “Nuca más” resonaba dentro de su cabeza una y otra vez.
Tiempo después de estar en el negocio, la conoció a Romina, se enamoró y se fueron a vivir juntos a la zona sur de la provincia de Buenos Aires. Un año más tarde se casarían, y nacería Pablo. Dos años después, las mellizas: Adriana y Nidia. Igualmente él siguió con sus tareas unos cuantos años más. Llegó a ser el segundo del capanga de Lomas y ya no mataba a nadie. Sólo acataba y daba órdenes, y lo más importante: contaba y dividía la guita. Él siempre se quedaba con una buena parte de la torta. Hasta que un día le ofrecieron algo parecido al dinero de seis meses, pero todo junto, en la mano, y con sólo un trabajo. Lo tenía que hacer solo. Ni el capanga ni sus aliados se tenían que enterar. Aceptó. Lo que no sabía es que se encontraría con algunos de sus compañeros en pleno asalto. Y mucho menos, que mataría a tres de ellos para llevarse el botín. La policía lo agarró tres horas más tarde y 250 kilómetros al sur de la provincia de Buenos Aires, cerca de Azul. Pasó un par de noches adentro, y en la indagatoria, arregló su salida. Contó todo. Marcó a cada uno de los elementos de la pirámide mafiosa y atestiguó sobre asaltos importantes. También confesó ser testigo de asesinatos ligados a la merca, saunas y disputas del poder político de los últimos años. Su jefe y todos sus compañeros caerían en cana un par de días después. Veinticuatro horas más tarde, él estaba en otra ciudad, en el oeste Brasileño. Así pasó los próximos años de su vida. Un tiempo en Ecuador, otro más en Colombia, y otro tanto en Paraguay. Hasta que decidió regresar.
Le pasaron el dato que en el domicilio no habría nadie hasta después de la medianoche. Recorrió el pasillo que lo llevaba hacia el departamento “C” con un paso lento y cadencioso. Volvió a sacar el manojo de llaves del pantalón, y metió una de las tres que quedaban. Esta vez no acertó. Cuando intentaba con la segunda, algo lo estremeció. El corazón empezó a galopar como un potrillo suelto, y las manos se le empaparon de repente. Esperó en silencio, con la llave todavía dentro de la cerradura. Al escuchar nuevamente el “¿Quién carajo es?”, que alguien escupía de adentro del departamento, supo que las cosas no serían como el las había imaginado.
Cuando volvió al país del exilio obligado, se contactó con uno de sus conocidos. Había sido un acérrimo enemigo en sus años de plomo, pero hoy estaba ligado al poder político del Oeste Bonaerense, y era el único que había contestado sus llamados. El trabajito era sencillo y directo: asesinar a un pendejo, “el Nene” lo llamaban, que estaba acaparando toda la venta de droga desde Caseros hasta Palomar. Le dio un papelito con la dirección, unas llaves y un sobre con el 50% de lo acordado. Antes de irse, le pidió que se asegurara de matarlo. “Sino, ni vuelvas por acá, porque te mato yo mismo”, le dijo sin dejarlo pensar.
-¿Nene?- respondió Raúl desde el pasillo. El silencio esta vez duró una eternidad, pero escuchó como cargaban un arma, y se alejo un poco de la puerta. -¿Quién sos? ¿Quién te dio la llave?- retrucaron desde el interior. Ahí se le acabaron las respuestas, y se preparó para lo peor.
En estos más de diez años no había visto ni a su mujer ni a sus tres hijos. En los primeros meses en el exterior, llamaba para los cumpleaños y para las fiestas, pero después de algunos reclamos de Romina para que la ayude a mantener a los chicos, Raúl decidió no llamar más. La última vez que vio a sus hijos, Pablo tendría unos cinco años, y las melli estaban por cumplir los tres. Del varón recordaba su mirada traviesa. De las chicas, sus sonrisas mágicas. En sus años en Ecuador conoció a otra mujer, vivieron juntos un tiempo; pero cuando se enteró que estaba embarazada, se escapó a Colombia y nunca más pregunto por ella.
El primer disparo lo sobresaltó, y rápidamente se escondió detrás de una columna. Después del tercero hubo un largo silencio, entonces Raúl con un gran movimiento y velocidad disparó dos veces sobre la cerradura, y pateo la puerta. Se quedó por unos segundos detrás del marco esquivando la balacera. Cuando podía metía la mano con el fierro y disparaba, no importaba donde, pero disparaba. Cuando cargaba con balas su revolver, se dio cuenta del silencio. Ya no había disparos ni movimiento en el interior. También sintió sus manos húmedas, pero se levanto y volvió a disparar un tiro hacia adentro por las dudas. Nada. Entonces se decidió a entrar. En la oscuridad del departamento, en una esquina alejada a la puerta divisó un cuerpo tirado. Apuntándolo se fue acercando, aunque vio que no tenía ningún arma en las manos y sangraba de manera espeluznante. El tipo del piso todavía jadeaba y estaba con los ojos abiertos, mirándolo fijamente desde la negrura de la noche. Raúl frente a él le preguntó ¿Sos el Nene? Entre respiraciones ahogadas escucho “Si, ¿Y vos quién sos?” Dos tiros, uno en el estómago y otro en el pecho terminaron con el jadeo incesante.
Antes de irse, Raúl prendió un velador. Le dio curiosidad el rostro de “El Nene”, pero cuando se iluminó parte de ese denso ambiente, el retrato que estaba a la derecha del velador le mostró algo impensado: la foto típica de la luna de miel, con una montaña nevada, un acaudalado río de fondo y una pareja abrazada sonriendo a la cámara. Hasta ahí, nada raro; salvo que Romina y él, eran los recién casados. Amplió su visión y encontró la sombra de otro retrato. Agarró el velador y apuntó en su dirección. En esta foto se sumaban Adriana, Nidia y Pablo. En un segundo su cabeza pasó de la incertidumbre a la desesperación. Con el velador todavía en su mano, se acercó al cuerpo tirado a un par de metros, e iluminó esperando lo que intuía, lo peor. Los ojos de un Pablo ya muerto, y los de él todavía secos pero con ganas de estallar; lo decían todo. Escuchó voces en el pasillo y escapó hacia el ascensor. Cerró las 2 puertas tijera y apretó el botón de la Planta Baja. El fogonazo iluminó el cuarto y parte del quinto piso. Cuando el ascensor se detuvo en la planta baja, todo permaneció intacto. Salvo el casquillo inquieto que rodaba por el cuerpo aún caliente de Raúl, y la sangre; que no dejaba de fluir desde su parietal izquierdo, recorriendo sus ojos abiertos y sus dientes apretados.
CESAR EDERY

domingo, 28 de febrero de 2010

Extracciones RAYUELA


RAYUELA (1963) de Julio Cortázar


Aparte de ser una innovación en relación al orden tradicional de contar una historia (pudiendo leerla de corrido o en un ir y venir de capítulos); esta novela cuenta la historia de amor de Oliveira y La Maga, dentro de un fabuloso torbellino que contiene a Rocamadour, los amigos del Club de la Serpiente, la bohemia, y los suburbios de París y Buenos Aires.
Lo que sigue son algunas extracciones resaltadas de Rayuela:


• “Como no sabía disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos.”


• “…me hartabas un poco con tu negativa a aceptar lo aceptable…”


• “No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas mas fenomenales de este circo, y sin embargo basta suponerle una conciencia para comprender que cada vez que se le encandila la barriguita, el bicho de luz debe sentir como una cosquilla de privilegio.”


• “Felices los que eligen, los que aceptan ser elegidos.”


• “Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano,… y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de lo que mi mano te dibuja.”


•“Los terrores, que lujo para la imaginación.”


• “… no hay ideas generales…”


• “…cuando se fue de la pieza era casi de madrugada, y yo ya ni sabía llorar.”


• “Una cosa es la música que puede traducirse en emoción y otra la emoción que pretende pasar por música…”


• “… a los que creen que nada es de verdad si no hay programas impresos y acomodadores, y así va el mundo y el jazz…”


• “Cada vez iré sintiendo menos y recordando más.”


• “Hay ríos metafísicos, ella los nada … Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada … Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada…”


• “…su vida no es desorden, mas que para mi, enterrado en prejuicios…”


• “…ah, déjame entrar, déjame ver algún día como ven tus ojos…”


• “…no hagamos literatura…”


• “…es mucho más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres, … la felicidad no se explica, … es que la felicidad es solamente de uno y en cambio la desgracia parecería de todos…”


• “Si hablamos de amor hablamos de sexualidad. Al revés ya no tanto.”


• “…tengo más prejuicios de los que pensaba…”


• “Mirá, un mate es como un punto y aparte. Uno lo toma y después se puede empezar un nuevo párrafo.”


• “La humanidad es un ideal…”


• “El alacrán clavándose el aguijón, harto de ser un alacrán, pero necesitando de alacranidad para acabar con el alacrán…”


• “…comprendé que la dialéctica sólo puede ordenar los armarios en los momentos de calma…”


• “El absurdo es que no parezca un absurdo. El absurdo es que salgas por la mañana a la puerta y encuentres la botella de leche en el umbral y te quedes tan tranquilo porque ayer te pasó lo mismo y mañana te volverá a pasar. Es ese estancamiento, ese así sea, esa sospechosa carencia de excepciones.”


• “…desde que te conozco no hacés mas que buscar, pero uno tiene la sensación de que ya llevás en el bolsillo lo que andás buscando…”


• “…ah, los ojos a vos te sirven para algo, parece…”


• “…nunca me propuse la felicidad…”


• “…y es dulce decírtelo con las palabras que te fascinaban, porque no creías que existieran fuera de los poemas, y que tuviéramos derecho a emplearlas…”


• “Mi diagnóstico es sencillo: se que no tengo remedio…”


• “…dormían mucho, no por cansancio, sino por un principio de fiaca…”


• “La puta que te parió (a un clavo)”


• “…vos sabés muy bien que a mi el vértigo me ha impedido escalar posiciones…”


• “Las palabras son como nosotros, nacen con una cara y no hay tu tía.”


• “…esta bien - dijo sentándose en la silla -. Seguí amontonando palabras inútiles…”


• “Sólo termina de veras lo que recomienza cada mañana…”


• “Consiguió dejar de pensar, consiguió por apenas un instante besarla sin ser más que su propio beso…”

miércoles, 10 de febrero de 2010

Mujeres


Laura. Tal vez Silvana o Romina. O mejor aún: María más algún otro nombre. No sé…, pero sus ojos me apabullaron de tal manera que no podía pensar. Y tampoco podía dejar de mirarla. Sus manos valseaban en el aire mientras hablaba con sus amigas, y parecía que dibujaba las más bellas figuras. Me encantaba ver como tomaba la copa de vino y cada tanto daba un sorbo, y volvía a apoyarla en la mesa. Entre tanto sonreía. No paraba de sonreír. Yo tampoco.
En mis veintisiete años había recorrido todas las calles y esquinas de la zona sur. Avellaneda, Adrogué, Lanús, Quilmes y todos los demás barrios. Conocía cada uno de ellos como las baldozas del fondo de mí casa; y doy mi palabra de honor: no la había visto en la perra vida. Encima las dudas me carcomían el estómago. No sabía qué decirle, ni en qué momento hacerlo. Pensé en ir hasta la mesa y declararle mi amor, contarle todo lo que sentía por ella. Pero no, sería demasiado chocante. Muy fuerte para una chica como ella. Pero si no lo hacía, me quedaría mal; tal vez para siempre. Ahora, las dudas llegaban y se instalaban en mi cabeza.
De pronto un tipo la tomó del brazo y la arrastró hacia la puerta de calle. Era Marcelo, lo reconocí al instante. ¿Ella sería una de sus tantas chicas? ¿Estaría casada con él? ¿Tendrían hijos? Entre gritos y forcejeos, el huracán me llevó hacia fuera con ellos, pero ninguno de los dos distinguió mi presencia. Me aparté unos metros entre los árboles y crucé la calle. Detrás de una camioneta F100 un poco destartalada, encontré el lugar ideal para observar aquél cuadro.
No podía oír bien, pero cada palabra parecía cargada de una rara mezcla de odio y tristeza. En la oscuridad nocturna, la luz de los faros hacía brillar las hojas de los paraísos, y generaban las sombras en donde podía esconderme. Aquel reflejo dejó ver de qué manera las mejillas de ella se iban llenando de lágrimas, y sentí como el dolor me atrapó a mí también. Toda la fragilidad que pueda imaginarse, se había reposado en su mirada, y sin decir una sola palabra, simplemente escuchaba los reproches.
Los gritos concluyeron en seco y ella, sin más, volvió a entrar al bar. Después de unos segundos, el llanto de él rompió el silencio de la noche. Sus ojos tapados por la palma de su mano derecha escondían vergüenza y humillación. Es sorprendente ver llorar a un hombre como él. Nunca lo había visto en ése estado. Poco a poco empezó a caminar hacia la avenida Mitre. Dudé en seguirlo y hablar con él; o volver a entrar, buscarla y jugar mi última baraja.
Hace tres meses que conozco a Marcelo. En la fiesta de cumpleaños de Sol, mi mejor amiga, nos habíamos puesto a charlar casi por casualidad. Nos reímos mucho toda la noche, y cuando la fiesta estaba cayendo por peso propio, se ofreció a llevarme a mi casa. No sabía mucho de su vida, ni de su familia. Parecía un tipo de pocas palabras, duro y reacio, pero pensé que tal vez sería falta de confianza, algo que con el tiempo seguramente se revertiría. Igualmente nos hicimos amigos, y cada tanto íbamos al cine juntos. Lo que no me esperaba era que se desplomara de esa manera. Llorando como un nene desconsolado. Pero las sorpresas esta noche estaban de parabienes. Y yo descubriéndolas.
Miré y vi que estaba lejos. Sintiendo en la cara un aire fresco que empezaba a soplar, me apresuré un poco, cosa de no perderlo, y lo alcancé antes que llegara a la Avenida Mitre.
-Marcelo, esperame-le grité a cinco o diez metros.
Al verme, sus ojos lo delataron por completo.
-Ana, ¿Qué haces acá?-preguntó sorprendido y empezando a ponerse colorado siguió-.¿Dónde estabas?
-¿Quién es la rubia?-increpé, mirándolo fijo.
Colocó su vista en el piso de la vereda buscando explicación.
-¿Por qué llorás?-le pregunté apurándolo.
-Es mi hermana-sollozando-, la saqué de éste antro de....
Se detuvo, como si necesitara pensar un poco más lo que iba a decir.
-¿De dónde?, ¿De ése bar?-seguí.
-Sí, está lleno de lesbianas. Me dijo que era la primera vez que venía, la invitaron unas compañeras de la oficina. Viste como son esas minas. Por supuesto no le creí, y se fue ofendida -me dijo convencido; y yo hice silencio, también ofendida.
-Mañana después de almorzar voy a hablar con ella. Mejor que no se enteren los viejos, sino se va armar una -concluyó natural, cuadradito y tan obvio.
Lo abrazé y lo convencí para que se vaya tranquilo a descansar. Me ofreció llevarme a casa.
-Adentro del bar me esperan unas amigas y no quiero que se preocupen-negándome con la cabeza.
Me miró perplejo. Le di un beso en la mejilla y me alejé. Al cruzar la puerta del bar sabía que una relación había terminado, y deseaba con todo mi anhelo, que una nueva comience ya mismo. Entré y la busqué desesperadamente con la mirada. Estaba pidiendo algo en la barra. Me acerqué y le pregunté el nombre.
-Laura, ¿y vos?- me contestó sonriendo.
CÉSAR EDERY

viernes, 29 de enero de 2010

Extracciones EL TÚNEL


EL TÚNEL (1948) de Ernesto Sábato


De la novela que cuenta cómo Juan Pablo Castel es asediado por el amor y la muerte con una imperceptible frontera, y se mete dentro de sus oscuros pensamientos tan llenos de locura, celos y mentira; a continuación leerán algunas frases resaltadas y recomendadas:


• “…Mi cabeza es un laberinto oscuro. A veces hay como relámpagos que iluminan algunos corredores…”


• “…Si pudiera decir con palabras claras lo que siento, sería casi como pensar claro. ¿No es cierto?...”


• “…me emocionan los detalles, no las generalidades…”


• “…María hace con rapidez, cosas que no cambian la situación. Como alguien que estuviera parado en un desierto y de pronto cambiase de lugar con rapidez…”


• “…No se resuelve el problema del mendigo con un peso o un pedazo de pan. Sólo resuelve el problema psicológico del señor que compra así, su tranquilidad espiritual y su título de generoso. Júzguese hasta que punto ésa gente es mezquina cuando no se decide a gastar mas de un peso por día para asegurar su tranquilidad espiritual y la idea reconfortante y vanidosa de su bondad…”


• “…Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos…”


• “…por su rostro comenzaron a caer lágrimas silenciosas…”


• “…No te pongas aburrido, por favor. ¿Cuándo aprenderás a disimular tus conocimientos?...”


• “…iba haciéndome a la idea de aceptar su amor así, sin condiciones, y más me iba aterrorizando la idea de quedarme sin nada. Y de ese terror fue naciendo y creciendo una modestia como sólo pueden tener los seres que no pueden elegir…”


• “…No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos; a nuestros destinos…”

lunes, 25 de enero de 2010

La Imagen



Un día La Imagen se dio cuenta de que era partícipe de un sueño, que era la representación de alguien en un sueño. Entendió que sus recuerdos, eran en realidad los sueños de otro ser. Alguien totalmente desconocido.
A partir de ese momento, sus días cambiaron. Toda su dedicación iba a estar puesta en la búsqueda del soñador, en encontrar al dueño de su vida, en conocer al dueño de sus ojos. La primera reacción fue recordar, pero la mayoría de las imágenes eran borrosas. Cuando la imagen provenía de su mirada, las cosas eran claras; pero cuando él entraba en el cuadro, cuando se veía de cuerpo entero en el sueño mismo, su rostro era difuso. La segunda alternativa fue el espejo, pero tampoco resultó. No lograba ver nada. No es que él no estuviera en el espejo, sino que no reflejaba nada. Era como una ventana sin paisaje, como un agujero sin final, la oscuridad total.
Lo único que tenía en su mente era el presentimiento, la certeza de que, cuando encontrara al soñador, se daría cuenta al instante, algo cambiaría en su interior, una alarma sonaría en su cabeza. Entonces emprendió la búsqueda.
Recorría las calles mirando a todos, fijando su vista en los ojos de cada persona que se cruzaba; caminando ciudades, pueblos, playas, paisajes desiertos y los lugares menos pensados.
Así transcurrieron días, meses y hasta años. Su esperanza fue desapareciendo a medida que pasaba el tiempo, y su búsqueda le fue dejando lugar a su antigua vida, aquella en la que no sabía de él como Imagen, ni del otro como soñador. Volvieron a pasar años de ésta vida extraña, pero normal; ésta vida de trabajo diario, de desayuno, almuerzo y cena; y otra vez desayuno, almuerzo y cena.
Tuvo días malos en los que perdió algún trabajo, discutió con cierta efervescencia, o puteó en un grito ahogado al martillarse un dedo o cuando se le quemó la comida. También tuvo momentos excelentes, como ver amanecer en la playa, reírse a carcajadas, o el día que se enamoró...
Ése fue el punto de inflexión. Lo que tanto había buscado estaba ahí, frente a sus ojos. La mujer que besaba todas las mañanas, la que compartía sus almuerzos, con la que muchas noches había hecho el amor era la dueña de sus días. Ella era su soñadora, la persona que lo soñaba noche tras noche, que lo tenía como protagonista principal de sus sueños. Pero La Imagen nunca se dio cuenta, siempre pensó que esa extraña sensación que sentía en el estómago al besarla, y al mirarla a los ojos, era lo que todo el mundo llamaba estar enamorado.
Autor: CÉSAR EDERY
Correctora de textos: PAULA DI CROCE