miércoles, 13 de marzo de 2013

Un viaje, dos sentidos


-María Belén Peralta Ramos

Espero llegar a horario esta vez. Siempre llego tarde. Pero es el tránsito. ¡Si yo salgo temprano…! Es que esta ciudad está llena de trapitos y limpiavidrios y piquetes y todo tipo de gente que molesta y no tiene respeto por los demás.
Ahí hay unos pibes haciendo malabares.
No tienen vergüenza, ¿por qué no van a trabajar? Claro, como ahora cobran sin hacer nada… les pagan por ser vagos. ¿Cómo va a funcionar un país de esa manera?
No tienen respeto. ¡No tienen vergüenza!
Tengo que tomar por otra calle porque escuché que hay una manifestación de unos trabajadores de no sé qué.
Menos mal que a Ramona me la trajeron de Paraguay, que acá no tiene papeles ni derechos, porque de otra manera, la tendría haciéndome problemas por aguinaldo, obra social y todas esas cosas que piden. Hasta son capaces de hacerte un paro estos... Si no tienen vergüenza…
¿Qué hago yo sin Ramona? Tendría que ocuparme del bebé, de la casa, de las compras. No me quedaría tiempo para nada importante. Además el bebé conmigo no come y me cuesta una vida que se duerma. No, la verdad, lo bien que hicimos en traerla de Paraguay.
¡Este colectivero se cree el dueño de la calle! y sí, ahora resulta que tienen prioridad y carriles exclusivos, ellos, los del transporte público.
¡Carajo! Ya estoy retrasada, si llego muy tarde Teresita empieza a atender a otra clienta y me tiene que hacer el color Carmen. Yo prefiero a Teresita, tiene más clase, es más fina.
El semáforo. Esta esquina es de terror con el semáforo.
No, mi amor, no me limpies el vidrio que me lo acaban de lavar. No, no tengo nada.
Siempre lo mismo con estos trapitos. ¡No tienen vergüenza!
Ramona, ¿se durmió el bebé?
A esta que no se la ocurra la loca idea de querer ir a visitar a su familia ahora para las fiestas, porque no sé qué hago. Son capaces. Son capaces de cualquier cosa. Con lo que le pago y además le doy techo y comida. Agradecida debería estar, si en su país se estaría muriendo de hambre… Pero son capaces de cualquier cosa, si no tienen vergüenza…
Ramona, ahora entramos a la peluquería, que vean al bebé, después te lo llevás a la placita, ¿sabés? El pediatra dijo que tiene que tomar sol.
¿Y este tipo? ¿Me quiere cuidar el auto por una propina? ¿Hasta dónde vamos a llegar?
¡¡No tienen vergüenza!!

-Ramona

¿Otra vez a la peluquería? ¿No fue hace tres días? ¡Ah! Debe tener otra fiesta.
Qué hermoso Maxi, se está quedando dormido con el movimiento del auto. Está grande y cada día más lindo.
No sé para qué tenemos que acompañarla, será que quiere que las amigas vean a Maxi.
Pero yo tengo tantas cosas que hacer… debería estar limpiando y planchando y preparando la cena para esta noche, que tienen invitados.
¡Ah! Unos chicos haciendo malabares… ¡Qué lindo, no se les caen las pelotitas! Me recuerdan a mi Juancito… Cómo lo extraño… Ojalá la señora me dé permiso para ir a visitarlo en Navidad. Qué falta que me hace…
Sí, seguro me va a dar el permiso, ella también es madre.
¿Por qué tomará por esta calle? Sí, ahora me acuerdo, es por la manifestación en repudio al desalojo de cincuenta familias de unos terrenos municipales, pobres… los sacaron a palazos.
Yo dentro de todo tengo suerte. Tengo techo, tengo comida, tengo trabajo. Pero cómo extraño a mi Juancito…
¡Ay, qué susto ese colectivo!
La señora se olvidó que este es el carril de los colectivos. Pobre, debe estar preocupada por algo.
¡Un limpiavidrios! Es tan jovencito, debe tener la edad de mi Juancito…
Mi Juancito… Ojalá allá los patrones los están tratando bien.
Sí, señora, está dormidito, como un angelito.
Ahí está Don Evaristo, pobre, vive en la calle desde que lo despidieron de la fábrica. Con sesenta y ocho años cuida autos para sobrevivir. Y sí, seguro, la señora le da algo... 

PAULA DI CROCE 

sábado, 2 de marzo de 2013

Beso


El primer beso es todo. Es deseo y realidad;
es la mezcla de sensaciones que hay que saber apreciar.
Pequeñas variaciones que podemos llegar a diferenciar
poco a poco al difrutarlas, al sentirlas con los ojos cerrados.

Las tensiones y los miedos del momento previo suceden
mientras esa lucha de mariposas y arañas en el estómago,
te hacen desear ése beso como único horizonte,
como el aire que respirás a cada momento.

Los segundos que preceden aquel beso parecen eternos,
pero se aceleran por la propia motivación
de la búsqueda de esos labios que serían el edén;
un oasis en donde al llegar querrías quedarte por siempre.

Y el momento del contacto primario
parece una implosión que sacude tus sentidos,
porque si hasta ese momento tu mente caminaba en línea recta;
a partir de allí, se dispara en distintas direcciones.

Ése dulce choque te quita el aire y
te hace morir para renacer a cada segundo.
Te hace convivir y compartir con el otro
aquel momento de sabores y sentidos profundos

La vista cegada por tus parpados
hace que todos tus sentidos esten mucho más vivos,
permitiendo a su vez que tu pensamiento y tu imaginación
se entrelacen definitivamente, creando nuevas sensaciones.

Pero el beso no es sólo un beso.
El beso es el contacto, son los labios y la mente
En ése instante no hay nada; ni otros ni mundo,
porque el beso es el mundo en sí mismo

Y si al abrir tus ojos puedes observar la miel en los suyos
y ver el sol que resplandece sobre ellos;
no te detengas a pensar mucho más que eso,
es un beso que ha pasado y pasará por tus labios.

CÉSAR EDERY