jueves, 29 de septiembre de 2016

Mi Viejo

     

      La muerte de mi viejo me encontró hace un mes en la terminal de micros de Olavarria. Y más allá de que el día anterior había estado con él, me sentí lejos; no por la distancia concreta sino por la lejanía sentimental del momento en sí. Lejos de mi vieja y mi hermana para abrazarlas e intentar contenerlas. Y lejos de mi viejo para decirle una vez más que lo quería.
      La noticia me llegó esa mañana vía celular, y por supuesto, me sacudió enormemente. El final era sabido y el camino recorrido en los últimos meses anunciaba ése desenlace, pero igualmente sentí un dolor que nunca había sufrido. La muerte no me había llegado tan cerca nunca. Cuando tuve que hacer algunas llamadas telefónicas casi no podía hablar, me quebraba, se me anudaba la voz. Ahí me di cuenta que además de que suceda (como la única certeza del ser humano), también es muy duro hablar sobre la muerte.
      Me subí al primer micro que salía para Retiro y esas próximas cinco horas fueron tristes pero positivas, porque me ayudaron a pensar mucho sobre mi viejo. Los últimos 4 meses habían pasado muy rápido y habíamos presenciado los cambios no solo físicos sino también en la lucidez de él.  Y esa mañana por mi cabeza se entremezclaban momentos recientes con otros recuerdos de años atrás. Llorarlo y recordarlo en ese viaje me hizo bien.
      Por la tarde, después de estar con mi vieja y mi hermana; con mi mujer le contamos la noticia a nuestros hijos. No fue nada fácil, pero ellos lo entendieron de una manera especial. Se sorprendieron y se quedaron pensando, pero empezaron a recordar los momentos lindos vividos con él, y esa situación fue un puñal en el corazón que también  alivió el momento. Una tristeza que comenzó a cicatrizar con y por ellos.


      Y hoy, mientras escribo esto, vuelvo a sentir aquel nudo en la garganta y siento las mismas ganas de llorar. Pero también pienso en todo lo vivido con mi viejo y me siento mejor. La música negra, los instrumentos y las grabaciones juntos. La política, los libros y la segunda lectura siempre. El futbol, Racing y el Cilindro, como excusa para estar más tiempo juntos. La familia, las charlas y la palabra siempre por delante de cualquier otra reacción. Y la perseverancia, la educación y la pasión como guías para cualquier emprendimiento. Lo pienso, y todo eso era él; y eso también soy yo.

viernes, 7 de marzo de 2014

.




sin abrir los ojos

despertar

sentir la presencia de

cuerpos pegados

reclamándose en silencio 





la respiración

se diluye en el aire

de la habitación

de ventanas abiertas





una sonrisa

atada con hilos

teje la historia

su historia





aquel amor

frente al mar

salta por la ventana

galopa ilusiones

sueños





los cuerpos aún no se elevan

de telas suaves y dulces

que esconden su precoz intimidad





a lo lejos                       intensas

despegan su vuelo inmortal

con alas de libertad

las gaviotas





mientras

un ojo asoma

desde los rincones del mar

desde la infinitud de márgenes que

se arrebatan las olas





el aliento se arrastra

desde la ventana

y ellos no despiertan

aún no saben

pero el amor está en el viento

en las olas que rompen estrepitosas

en la arena huidiza que se escurre

entre sus pies 
y que alguna vez tocaron



FLOPI BORRILLI

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Extracciones LA INVENCIÓN DE MOREL



La invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares


      La literatura fantástica argentina tiene en éste texto uno de sus mayores exponentes, en donde el personaje principal escapando de la justicia, llega a una isla -aparentemente- desierta. Los movimientos, los sucesos y las personas que empiezan a aparecer en el relato, sumado al misterio y las alucinaciones que le generan al fugitivo, hacen de esta obra única y primordial. Aquí algunas extracciones:

·         “Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea, rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Sólo habría que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia.”
·         “No ignoro que para contrarrestar una falla, solamente cuento con mi resignación.”
·         “…los ecos de un suspiro hacen oír suspiros, al lado, lejanos, durante dos o tres minutos. Donde no hay ecos el silencio es tan horrible como ese peso que no deja huir, en los sueños.”
·         “No fue como si no me hubiera oído, como si no me hubiera visto; fue como si los oídos que tenía no sirvieran para oír, como si los ojos no sirvieran para ver.”
·         “Se movió con esa libertad que tenemos cuando estamos solos…”
·         “Por ese cuerpo interminable, por esas piernas demasiado largas, por esa tonta sensualidad, yo exponía la calma, el Universo, los recuerdos, la ansiedad…”
·         “Nuestros hábitos suponen una manera de suceder las cosas, una vaga coherencia del mundo…”
·         “Creerme superior y la convicción de que es más fácil enamorar a una mujer que fabricar cielos me aconsejaron obrar espontáneamente.”
·         “Acostumbrado a ver una vida que se repite, encuentro la mía irreparablemente casual. Los propósitos de enmienda son vanos: yo no tengo próxima vez, cada momento es único, distinto, y muchos se pierden en los descuidos.”
·         “Es ya costumbre de mis teorías más lúcidas deshacerse al día siguiente, quedar como pruebas de una combinación asombrosa de ineptitud y entusiasmo (o desesperación).”

sábado, 26 de octubre de 2013

Y con eso basta




Me entretiene esa sonrisa
que se dibuja despacio
mientras te miro y me mirás
que se evapora suave
sólo cuando me escucha
detenida en cada palabra
que mis labios van formando
en círculos en el aire.

Mi cuerpo te busca
el tuyo responde
la magia asoma                                    enseguida
en un espiral que da vueltas
infinitas
conquista el momento
se siente en el aire
la toco despacio
me gusta y te gusta 
y con eso basta.

FLOPI BORRILLI

martes, 18 de junio de 2013

Favoritos: "IMAGINE" de John Lennon

Imagina que no hay Cielo
es fácil si lo intentas
sin Infierno bajo nosotros
encima de nosotros, sólo el cielo

Imagina a todo el mundo
viviendo el día a día...
Imagina que no hay países
no es difícil hacerlo

Nada por lo que matar o morir
ni tampoco religión
imagina a toda el mundo
viviendo la vida en paz...

Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo será uno sólo

Imagina que no hay posesiones
me pregunto si puedes
sin necesidad de gula o hambruna
una hermandad de hombres
imagínate a todo el mundo
compartiendo el mundo...

Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo será uno sólo

JOHN LENNON

jueves, 18 de abril de 2013

Extracciones LA SOCIEDAD DE LA NIEVE

La Sociedad de la nieve (2008) de Pablo Vierci

Este libro cuenta la experiencia de cada uno de los 16 sobrevivientes del accidente de los Andes por medio del autor Pablo Vierci, amigo y compañero de colegio de muchos de los jugadores que emprendieron aquel viaje desde Uruguay hacia Chile. En 1972 un avión que llevaba a un joven equipo de rugbiers -junto a familiares y amigos (45 personas en total, con la tripulación incluída)-, cae en la cordillera de los Andes y desde ahi comienza una historia increible y trágica, que los propios sobrevivientes relatan a más de 30 años del suceso. El accidente, la desolación, saber que dejaron de buscarlos, la falta de alimento, las ganas de morir y vivir, la amistad y la búsqueda de una escapatoria son algunos de los puntos de inflexión de este libro. Aquí algunas extracciones:

  • Los propios sobrevivientes narraron que se habían alimentado con los cuerpos de sus amigos muertos. Parecía que, salvo ellos, que conocían el contexto, nadie estaba preparado para enfrentar y comprender semejante peripecia”.
  • Los sobrevivientes -29 tras el accidente, 27 al día siguiente, 19 después del alud y 16 definitivos- tuvieron que formar una comunidad regida por la incertidumbre y el espanto. Una experiencia extrema donde en una disputa contra la adversidad, que de continuo les tendía emboscadas y los ponía a prueba en su capacidad de sufrir dolor, frustación y humillaciones, regresaron al fondo de los tiempos, a estadios anteriores a toda civilización conocida, para comenzar del principio y aprender todo de nuevo...”
  • Treinta y seis años después, en el momento en que sus propios hijos tienen la misma edad que ellos tenían en la cordillera (...) los mismos 16 sobrevivientes desean contar a sus hijos lo que ocurrió. Un relato que abarque todas las miradas, que es la única forma, cree, de llegar al fondo de la historia (...) Para ello nos invitan a subir a bordo del F571 y dejarnos llevar en un vuelo a ciegas, sin destino prefijado, donde lo único seguro es que una de las escalas pasará por el infierno, y la travesía nos llevará, a cada uno, a una cordillera diferente.”.
  • De un segundo a otro se estrellará contra la montaña y conocerá lo que se esconde del otro lado de la vida”.
  • En la sociedad de la nieve los códigos eran completamente diferentes a la sociedad de los vivos, donde lo que se apreciaba no era algo material, sino intangibles como ser todos iguales, pensar en el grupo, ser fraternos, prodigar afectos o abrigar ilusiones. Por eso lo que mas quiero en la vida es rescatar esa sociedad de la montaña, ese experimento de comportamiento humano único que funcionó en base a los cinco conceptos mas sencillos que puedo imaginar: equipo, persistencia, afectos, inteligencia y, sobre todo, esperanzas.” (Roberto Canessa)
  • Todo estaba tan trastocado, que lo racional se cruzaba con lo imposible y a la realidad la superó la utopía.” (Roberto Canessa)
  • Dar ese paso fue gigantesco, aunque sólo tuvimos que caminar unos pocos metros para llegar a la parte trasera del fuselaje partido, porque sus cosecuencias serían irreversibles, nunca más seríamos los mismos. Un paso dificil de comprender en todas sus dimensiones. Empezando por el hecho de abrir la ropa que uno muchas veces reconocía y hacer un corte imposible en la carne congelada. Un salto al vacío. Fue una tragedia mayor que el choque del avión, porque cuando el avión se estrelló, fue una agresión externa, pero cortar los cuerpos fue nuestra iniciativa.” (Roberto Canessa)
  • Los que nos observaban desde el fuselaje compartían con nosotros esa profunda tristeza. Todos experimentamos ese momento de degradación, comerte a la muerte. Y por eso todos nos morimos un poco ese día.” (Roberto Canessa)
  • Enterrados en vida aprendimos a esperar.” (Roberto Canessa)
  • Llegamos caminando a Los Maitenes como fantasmas, y la sociedad fugaz y desorientada que no nos estaba esperando, nos recibe con voracidad porque veníamos de la muerte. Ésa era su única motivación y su gran curiosidad. Vienen a preguntarse cómo hicimos para sobrevivir, y se van con una respuesta tan simple que les sorprende: nunca perdimos el proyecto de escapar, siempre creímos con todas nuestras fuerzas que algo extraorinario era posible. Mas que anclarnos en los recuerdos, huimos hacia adelante.” (Roberto Canessa)
  • En esos días en el avión no se hablaba, las mentes se evadían y aquella alegría de todas las mañanas de experimentar que continuaba respirando languidecía hora a hora. Uno se miraba en los demás y el otro funcionaba como un espejo. Nos veíamos los ojos hundidos, la expresión abatida, y en lo más profundo del iris podía leerse el final.” (Coche Inciarte)
  • Había aprendido en esos últimos días de moribundo que la vida había que merecerla, no se recibía de regalo, y para merecerla había que entregar algo, fundamentalmente afecto, y vaya si lo habíamos entregado a los amigos vivos y muertos en todos esos días.” (Coche Inciarte)
  • En esa madrugada abrí los ojos y vi los resplandores del amanecer helado. Daniel fernández ya no estaba a mi lado, porque, como hacía todas esas mañanas, salía en la oscuridad, poco antes del alba, congelándose, cubriéndose de escarcha, para escuchar esa radio diminuta e inverosímil que nos conectaba con un mundo en el que nadie creía, a pesar de que estábamos atentos a lo que decía (...) Cierro los ojos para dejar de ver ese escenario fúnebre del fuselaje, donde tantos habían pasado de un estado al otro, pero cuando vuelvo a abrir los párpados surge Daniel Fernández en el borde del avión, con una expresión en el rostro completamente diferente a la que veíamos todos los días, al punto que parecía otra persona, los ojos le brillaban, como si hubiera rejuvenecido diez, veinte años. Daniel estaba asomado al avión, con el cuerpo más abajo, agarrado de los bordes, cuando se pone a gritar como descosido: '¡Aparecieron Nando y Roberto! ¡Llegaron!'. La puta. Boquiabiertos nos miramos entre todos.” (Coche Inciarte)
  • Luego llegó un médico para atenderme el pie, y en medio de la conversación, mientras yo no cesaba de expresarle lo deslumbrante que me resultaba ese lugar, como al descuido me preguntó, mientras me curaba, qué fue lo último que había comido, la pregunta clásica de los médicos, como si yo hubiera ido a la consulta con hora marcada, en una clínica de Montevideo. Le respondí con la mayor naturalidad: “Carne humana”. El siguió curándome el pie como si nada (...) más tarde me enteré de que después de haberme escuchado, no supo más lo que estaba haciendo, le fue imposible concentrarse, simplemente movía las manos con el desinfectante para un lado y para el otro, pero su cerebro estaba volando lejos de aquella habitación y de aquel esqueleto barbudo...” (Coche Inciarte)
  • En una libretita apunté todo lo que quería hacer si salía vivo. Le pedía a Dios que me enseñara a llenar ese hueco inmenso que se nos había abierto, un hueco metafísico que no puede llenarse con banalidades ni con conquistas materiales. Allá arriba, en la miseria más absoluta, hallé la respuesta, encontré cómo llenarlo, y anotaba lo que iba a hacer si sobrevivía, cómo iba a llenar ese hueco sin caer en las tentaciones fáciles y fútiles de la sociedad convencional. En estos años que me tocó vivir, creo que he cumplido con algunos de los deberes con los que me comprometí, lo que tengo escrito en esa libretita que guardo siempre a mi lado, porque me impide, hasta hoy, que pierda el rumbo. Es la brújula abollada que teníamos en la montaña.” (Coche Inciarte)
  • El corazón de mi novia se había enloquecido. ¿Dónde estaba aquella certeza que había tenido hasta entonces?, ¿ahora, en el momento definitivo, la ponía en duda? (...) Se le nubla la visión por las lágrimas y se ahoga por los sollozos abrazada a su madre porque se dio cuenta de que siempre había tenido razón, que yo estaba en la lista, que no había que dudar (...) No era una lista cualquiera. Era la lista de la vida y la muerte.” (Daniel Fernández)
  • Desciendo del avión y entro al aeropuerto con toda esa muchedumbre desconocida mirándome, y me enfrento al pequeño mostrador de inmigración, donde un funcionario me miraba con el mismo espanto que los demás, como si viniera de ultratumba, hasta que al fin atinó a pedirme los documentos, como debía hacer con todos los viajeros. Pero yo no tenía documentos, no tenía nada, salvo la ropa que llevaba puesta, que me la habían regalado en el hospital de San Fernando. '¿Qué me está pidiendo?' le pregunto, sin comprenderlo. 'Yo vengo de un avión que chocó en las montañas'. 'Necesito su cédula de identidad', me repitió, como con vergüenza, 'o su pasaporte', añadió con voz cohibida, y los dos nos mirábamos incrédulos, porque lo que estaba sucediendo no estaba previsto, nunca había ocurrido antes ni nunca nadie se imaginó que ocurriría: que llegara un muerto caminando, y que además viajara sin documentos.”(Daniel Fernández)
  • Y yo veía que se sumaban funcionarios buscando una salida para ese muchacho tan flaco que venía de un viaje muy largo y extraño pero que no cumplía con las formalidades porque no tenía lo que acreditaba su pertenencia a la sociedad de los vivos. Mi familia me observaba perpleja, detrás de unas puertas vidriadas, mientras yo les sonreía, sentado en un banquito. Al fin me dejaron salir, no porque estuvieran convencidos sino porque no sabían qué hacer conmigo, aunque creo en verdad que no sabían qué hacer con ellos mismos.” (Daniel Fernández)
  • El griterío era ensordecedor, porque no sólo gritaban los heridos, sino que también lo hacían los que apenas tenían un rasguño, por el susto, e incluso los que habían salido ilesos, por el pánico a lo desconocido, llamando a sus madres, porque no terminaban de despertar del desvarío.”
  • Muchos permanecían de pie, porque no había lugar donde sentarse ni donde acurrucarse. Si se sentaban, posiblemente lo harían arriba de otro, que aullaría de dolor porque estaba herido. Eran veintinueve personas conmocionadas en dieciocho metros cuadrados abollados.”
  • Es como tener tres vidas, antes de los Andes, con los vínculos y las relaciones que se daban en ese entonces; la intensa transición en la cordillera, y la posterior, que conserva un cordón sutil que la une eternamente con la historia inconclusa de la montaña.”(Adolfo Strauch)
  • Después aprendés otro elemento crucial en esta peculiar fórmula de supervivencia: administrar la energía. Aprendés a hacer un extraño balance entre la generosidad y el egoísmo. Al principio cada uno daba lo máximo y no se reservaba nada para sí, pero con el tiempo te dabas cuenta que había una línea delgada que no podías rebasar. Si atravesabas la raya te morías (...) Y aprendí la lección, que es una paradoja. En ese mundo de ternura, empecé a ser un poco más egoísta. Empecé a hacer ese balance entre dar y preservarte.” (Moncho Sabella)
  • En la sociedad civilizada no hay, en ninguna escuela, en ninguna facultad, una materia que te enseñe cómo vivir para morir bien. ¿Alguien está preparado para morirse?(Moncho Sabella)
  • ...resulta dificil asimilar cuando a uno le hablan de hazaña y heroísmo. ¿Quiénes son los héroes? Yo me pregunto, ¿qué héroes? ¿De qué me hablan? Ésta fue una historia de desgraciados, y en ese marco no había espacio para héroes ni lucimiento.” (Moncho Sabella)
  • ...en todo caso los héroes fueron los heridos que después se murieron, porque no se me ocurre un acto más loable que en lugar de lamentarse y pedir compasión, cuando sabían que no tenían oportunidades de salir, nos daban ánimo a nosotros, los que podíamos caminar.” (Moncho Sabella)
  • Muchas veces pensabas: y si se mueren todos y soy el último, ¿qué hago? Ese pensamiento me enloquecía, porque el último moriría sin afectos, desprotegido, desamparado. Si eras el último, ¿con quién te tomabas de las manos?” (Moncho Sabella)
  • Creo que pasar de la sociedad de la nieve a la civilizada requería un ingreso lento, paulatino, donde lo que iba adaptándose eran las emociones, reacomodando los recuerdos. Eso fue lo que no pude o no supe hacer.” (Álvaro Mangino)
  • Lo primero que aprendimos en la montaña es a decir la verdad: cuando nos rescataron, nos pidieron que negáramos que habíamos comido los cuerpos muertos. Nosotros éramos jovencitos y se arrimó gente prestigiosa, con mucho peso, que sus razones tendría, y nos dijo: 'Escóndanlo'. Pero ¿por qué? Si lo que había aflorado allá arriba fue el respeto a la vida, el respeto a la muerte, si lo que afloró en ese infierno fue el afecto, el único antídoto que conseguía disolver parte de ese dolor, ¿cómo íbamos a bajar a la vida y lo primero que diríamos sería una mentira?” (Gustavo Zerbino)
  • Fuimos un grupo humano singular, porque públicamente, frente a las familias de los muertos, dijimos que para sobrevivir nos comimos a nuestros amigos. Eso es tan fuerte para una sociedad que vive en el autoengaño, en la hipocresía, en lo 'politicamente correcto', que la sacudió hasta los cimientos y en todos dejó secuelas. Algunos sintieron que debían doblar el cuello, avergonzados. Pero lo más conmovedor es que, a pesar de todo, muchas de esas familias nos abrazaron, nos cobijaron, nos protegieron de los que se escandalizaban y nos deseaban el mal. Entonces algo pasó, algo se rompió. Algo permitió que se puedan compartir cosas tan fuertes, que se pueda superar el miedo, los prejuicios, contando la verdad.”(Gustavo Zerbino)
  • Si vamos a contar este suceso, hagámoslo como hombres. A mi me dolería mucho que, si esta historia perdura, no se conservaran los nombres de los que no volvieron (...) ¿Quiénes eran o quiénes fueron? Lo que más deseo es que siempre que se cuente la historia de los Andes por lo menos se puedan leer sus nombres, porque un nombre es un recuerdo, y un recuerdo es una vida que perdura para la eternidad.”(Tintín Vizintín)
  • Comencé a constatar, a un grado que jamás imaginaba, que el ser humano puede adaptarse a todo, si lo hace poco a poco, día a día, y fundamentalmente, creo yo, si nunca conoce el final.”(Pancho Delgado)
  • Cuando alguien piensa en los Andes y dice 'setenta y un días' o 'setenta y dos días', en el caso de los que fueron rescatados un día después, yo siempre agrego, 'no fueron setenta y dos días, fueron setenta y dos noches'. Porque las noches eran mucho peores que los días. Las noches eran el miedo, la oscuridad, pero eran también los recuerdos, la percepción de que la vida se desviaba y se truncaba en un estallido. El frío quemaba, el viento se te clavaba como un cuchillo, y el único calor que aliviaba es el aliento del chico que tenías a tu lado, a quien le pedías que te respire encima. Si el infierno existe no es con fuego: es con hielo y en penumbras.”(Nando Parrado)
  • Con el tiempo la montaña se convirtió en una parte de mi vida, afectó mi carácter, mi destino, y debo aceptar que será así para siempre. Y cuando lo aceptas, y dejas de lamentarte, o de intentar imaginar cómo hubiera sido tu vida sin el accidente, puedes continuar tu camino.”(Nando Parrado)
  • ...cuando me asomé a la cima de la montaña más alta, en la expedición final, y vi lo que había del otro lado, me asusté tanto que me olvidé de respirar, no podía concebir un pensamiento, no conseguía mover un músculo. Esperaba ver verde, árboles a lo lejos, humo saliendo de una chimenea, luces distantes, pero apenas veía montañas y montañas, trescientos senta grados de montañas nevadas alrededor (...) sentí que estabamos definitivamente liquidados.” (Nando Parrado)
  • Increíblemente creo que he vivido toda mi vida de acuerdo a ese momento, cuando tomé la decisión más difícil de todas las que tuve que tomar hasta hoy, cómo me iba a morir, y, fundamentalmente, con quién me iba a morir (...) Cualquier otra decisión en mi vida comparada con ésa ha sido muy fácil.” (Nando Parrado)

miércoles, 13 de marzo de 2013

Un viaje, dos sentidos


-María Belén Peralta Ramos

Espero llegar a horario esta vez. Siempre llego tarde. Pero es el tránsito. ¡Si yo salgo temprano…! Es que esta ciudad está llena de trapitos y limpiavidrios y piquetes y todo tipo de gente que molesta y no tiene respeto por los demás.
Ahí hay unos pibes haciendo malabares.
No tienen vergüenza, ¿por qué no van a trabajar? Claro, como ahora cobran sin hacer nada… les pagan por ser vagos. ¿Cómo va a funcionar un país de esa manera?
No tienen respeto. ¡No tienen vergüenza!
Tengo que tomar por otra calle porque escuché que hay una manifestación de unos trabajadores de no sé qué.
Menos mal que a Ramona me la trajeron de Paraguay, que acá no tiene papeles ni derechos, porque de otra manera, la tendría haciéndome problemas por aguinaldo, obra social y todas esas cosas que piden. Hasta son capaces de hacerte un paro estos... Si no tienen vergüenza…
¿Qué hago yo sin Ramona? Tendría que ocuparme del bebé, de la casa, de las compras. No me quedaría tiempo para nada importante. Además el bebé conmigo no come y me cuesta una vida que se duerma. No, la verdad, lo bien que hicimos en traerla de Paraguay.
¡Este colectivero se cree el dueño de la calle! y sí, ahora resulta que tienen prioridad y carriles exclusivos, ellos, los del transporte público.
¡Carajo! Ya estoy retrasada, si llego muy tarde Teresita empieza a atender a otra clienta y me tiene que hacer el color Carmen. Yo prefiero a Teresita, tiene más clase, es más fina.
El semáforo. Esta esquina es de terror con el semáforo.
No, mi amor, no me limpies el vidrio que me lo acaban de lavar. No, no tengo nada.
Siempre lo mismo con estos trapitos. ¡No tienen vergüenza!
Ramona, ¿se durmió el bebé?
A esta que no se la ocurra la loca idea de querer ir a visitar a su familia ahora para las fiestas, porque no sé qué hago. Son capaces. Son capaces de cualquier cosa. Con lo que le pago y además le doy techo y comida. Agradecida debería estar, si en su país se estaría muriendo de hambre… Pero son capaces de cualquier cosa, si no tienen vergüenza…
Ramona, ahora entramos a la peluquería, que vean al bebé, después te lo llevás a la placita, ¿sabés? El pediatra dijo que tiene que tomar sol.
¿Y este tipo? ¿Me quiere cuidar el auto por una propina? ¿Hasta dónde vamos a llegar?
¡¡No tienen vergüenza!!

-Ramona

¿Otra vez a la peluquería? ¿No fue hace tres días? ¡Ah! Debe tener otra fiesta.
Qué hermoso Maxi, se está quedando dormido con el movimiento del auto. Está grande y cada día más lindo.
No sé para qué tenemos que acompañarla, será que quiere que las amigas vean a Maxi.
Pero yo tengo tantas cosas que hacer… debería estar limpiando y planchando y preparando la cena para esta noche, que tienen invitados.
¡Ah! Unos chicos haciendo malabares… ¡Qué lindo, no se les caen las pelotitas! Me recuerdan a mi Juancito… Cómo lo extraño… Ojalá la señora me dé permiso para ir a visitarlo en Navidad. Qué falta que me hace…
Sí, seguro me va a dar el permiso, ella también es madre.
¿Por qué tomará por esta calle? Sí, ahora me acuerdo, es por la manifestación en repudio al desalojo de cincuenta familias de unos terrenos municipales, pobres… los sacaron a palazos.
Yo dentro de todo tengo suerte. Tengo techo, tengo comida, tengo trabajo. Pero cómo extraño a mi Juancito…
¡Ay, qué susto ese colectivo!
La señora se olvidó que este es el carril de los colectivos. Pobre, debe estar preocupada por algo.
¡Un limpiavidrios! Es tan jovencito, debe tener la edad de mi Juancito…
Mi Juancito… Ojalá allá los patrones los están tratando bien.
Sí, señora, está dormidito, como un angelito.
Ahí está Don Evaristo, pobre, vive en la calle desde que lo despidieron de la fábrica. Con sesenta y ocho años cuida autos para sobrevivir. Y sí, seguro, la señora le da algo... 

PAULA DI CROCE 

sábado, 2 de marzo de 2013

Beso


El primer beso es todo. Es deseo y realidad;
es la mezcla de sensaciones que hay que saber apreciar.
Pequeñas variaciones que podemos llegar a diferenciar
poco a poco al difrutarlas, al sentirlas con los ojos cerrados.

Las tensiones y los miedos del momento previo suceden
mientras esa lucha de mariposas y arañas en el estómago,
te hacen desear ése beso como único horizonte,
como el aire que respirás a cada momento.

Los segundos que preceden aquel beso parecen eternos,
pero se aceleran por la propia motivación
de la búsqueda de esos labios que serían el edén;
un oasis en donde al llegar querrías quedarte por siempre.

Y el momento del contacto primario
parece una implosión que sacude tus sentidos,
porque si hasta ese momento tu mente caminaba en línea recta;
a partir de allí, se dispara en distintas direcciones.

Ése dulce choque te quita el aire y
te hace morir para renacer a cada segundo.
Te hace convivir y compartir con el otro
aquel momento de sabores y sentidos profundos

La vista cegada por tus parpados
hace que todos tus sentidos esten mucho más vivos,
permitiendo a su vez que tu pensamiento y tu imaginación
se entrelacen definitivamente, creando nuevas sensaciones.

Pero el beso no es sólo un beso.
El beso es el contacto, son los labios y la mente
En ése instante no hay nada; ni otros ni mundo,
porque el beso es el mundo en sí mismo

Y si al abrir tus ojos puedes observar la miel en los suyos
y ver el sol que resplandece sobre ellos;
no te detengas a pensar mucho más que eso,
es un beso que ha pasado y pasará por tus labios.

CÉSAR EDERY