La
invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares
La literatura fantástica argentina tiene
en éste texto uno de sus mayores exponentes, en donde el personaje principal
escapando de la justicia, llega a una isla -aparentemente- desierta. Los
movimientos, los sucesos y las personas que empiezan a aparecer en el relato,
sumado al misterio y las alucinaciones que le generan al fugitivo, hacen de
esta obra única y primordial. Aquí algunas extracciones:
·
“Creo que perdemos la inmortalidad
porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos
insisten en la primera idea, rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Sólo
habría que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia.”
·
“No ignoro que para contrarrestar
una falla, solamente cuento con mi resignación.”
·
“…los ecos de un suspiro hacen oír
suspiros, al lado, lejanos, durante dos o tres minutos. Donde no hay ecos el
silencio es tan horrible como ese peso que no deja huir, en los sueños.”
·
“No fue como si no me hubiera
oído, como si no me hubiera visto; fue como si los oídos que tenía no sirvieran
para oír, como si los ojos no sirvieran para ver.”
·
“Se movió con esa libertad que
tenemos cuando estamos solos…”
·
“Por ese cuerpo interminable, por
esas piernas demasiado largas, por esa tonta sensualidad, yo exponía la calma,
el Universo, los recuerdos, la ansiedad…”
·
“Nuestros hábitos suponen una
manera de suceder las cosas, una vaga coherencia del mundo…”
·
“Creerme superior y la convicción
de que es más fácil enamorar a una mujer que fabricar cielos me aconsejaron
obrar espontáneamente.”
·
“Acostumbrado a ver una vida que
se repite, encuentro la mía irreparablemente casual. Los propósitos de enmienda
son vanos: yo no tengo próxima vez, cada momento es único, distinto, y muchos
se pierden en los descuidos.”
·
“Es ya costumbre de mis teorías
más lúcidas deshacerse al día siguiente, quedar como pruebas de una combinación
asombrosa de ineptitud y entusiasmo (o desesperación).”
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